Las elecciones de Israel vuelven a convertirse en un referéndum sobre Netanyahu
Israel acude cinco meses después a las urnas en unas elecciones que vuelven a convertirse en un referéndum en torno a la figura de Benjamín Netanyahu. El primer ministro en funciones busca desquitarse del fracaso de abril, cuando ganó los comicios de forma muy ajustada, pero fue incapaz de forjar alianzas que le permitieran superar los 61 escaños necesarios para formar gobierno. El apoyo de ultranacionalistas y religiosos no fue suficiente. Las encuestas indican que el panorama puede ser similar y arrojan un nuevo empate entre el Likud y la coalición «Azul y Blanco», liderada por el ex jefe del Ejército Benny Gantz, por lo que todo volvería a quedar en el aire a expensas de la habilidad de unos y otros para forjar alianzas. En esta fase, el papel de partidos como Yisrael Beitenu, del ex ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, puede resultar de nuevo clave y esto pone en riesgo la supervivencia política de Netanyahu ya que fue el político moldavo quien le dejó sin Gobierno en abril.
El primer ministro en funciones quiere ganar para cumplir un quinto mandato. A sus 69 años ya ha logrado superar a David Ben Gurion como primer ministro con más tiempo en el cargo y su objetivo es seguir en el puesto. Su campaña ha estado basada en su capacidad para mantener seguro el país ante la amenaza de Irán en toda la región, en sus buenas relaciones personales y políticas con Donald Trump y Vladimir Putin, a quien visitó la semana pasada, y, en la recta final, en sus promesas para fortalecer la ocupación. En Israel no hay jornada de reflexión y Netanyahu aprovechó la víspera de las elecciones para anunciar «la anexión de Kiryat Arba y la comunidad judía de Hebrón», un paso más en una estrategia de anexión que extendió también al Valle del Jordán, «pero necesito el mandato para poder ejecutar este plan», recordó el dirigente del Likud, que estuvo también muy activo en las redes sociales durante toda la jornada.
Sus palabras son órdenes en lugares de Jerusalén como el mercado de Mahane Yehuda, el más importante de la ciudad santa y un bastión conservador. «Bibi (forma cariñosa para referirse a Netanyahu) es un buen primer ministro, la economía está bien, la seguridad está bien, todos los países árabes moderados están con nosotros, Bibi se reúne cuando quiere con Trump y va hasta Putin cuando quiere, Bibi es bueno para Israel», afirma Abraham Levy, uno de los fruteros míticos del zoco, cuya tienda es inconfundible por el retrato en blanco y negro del ex primer ministro del Likud, Menahen Begin, en su pared principal.
Moshe Fadida, judío de origen marroquí de 53 años que vende especias, opina de forma similar y destaca «la enorme capacidad de Bibi para lograr que los países árabes se unan con Israel ante nuestro enemigo común: Irán. Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos se fían más ahora de nuestros cazas que de los de Estados Unidos». Fadida ha colocado una gran foto del político junto a una bandera de Marruecos y anima a sus compradores a votar Likud.
Cercado por la Justicia
En las calles del zoco no se escucha hablar de los casos de corrupción que enturbian el futuro político de Netanyahu. El fiscal general del país, Avichai Mandelblit, anunció el 28 de febrero su intención de imputarle por soborno, fraude y violación de la confianza en tres casos diferentes, y las vistas podrían comenzar dentro de un mes. El dirigente del Likud está siendo investigado en los conocidos como caso 1000, 2000 y 4000.
La corrupción es el recurso principal empleado por la oposición para atacar al primer ministro y Gantz se ha ganado el apodo de «Mister Limpio», por su fama de ser una persona recta. «Bajo mi gobierno, el partido ‘Azul y Blanco’ cambiará la dirección del timón del Estado israelí hacia más democracia. Se acabaron las divisiones para reinar; al contrario, se tomarán acciones rápidas para formar un gobierno de unión», aseguró el antiguo jefe del Ejército, que aseguró querer dirigir el país en «el interés de todos los israelíes» y «no de los grupos de presión». Por encima de las diferencias programáticas en temas clave como la ocupación, son las diferencias personales entre los políticos las que dirigen el sentido del voto. Netanyahu sí o Netanyahu no, esa es la cuestión.
Tomado de https://www.abc.es/